INTRODUCCIÓN
La Real Academia
Española (RAE) define el término epifanía, en su primera acepción,
como “manifestación, aparición o revelación”. En la mayoría
de las culturas las epifanías son experiencias místicas en las que
los chamanes, brujos, sacerdotes u oráculos interpretan las señales
sobrenaturales.
En el cristianismo, la epifanía
es la festividad en la que se celebra que Jesús ha revelado su
presencia en el mundo. Y, como en el cristianismo, en otras
religiones se celebra la epifanía como la manifestación de la
divinidad ante los hombres.
En ufología denominamos
contactados a aquellas personas que aseguran mantener algún tipo de
comunicación con la inteligencia responsable del fenómeno OVNI. La
mayoría identifican esa inteligencia como de origen extraterrestre,
intraterrestre, interdimensional, mística, etc.
La pretensión de mantener una
comunicación con inteligencias no humanas se pierde en la noche de
los tiempos. Desde el origen mismo de las religiones, hechiceros,
brujos, magos, chamanes y sacerdotes, han afirmado recibir mensajes
de dioses, espíritus, demonios e incluso habitantes de mundos
subterráneos, la Luna, Marte, Venus y otros planetas.
Pero también existen quienes
pretenden mantener contacto con Dios, los ángeles, los fallecidos,
los elementales… Por eso el fenómeno contacto trasciende las
fronteras de la ufología. Aunque en esta ocasión me concentraré en
estos márgenes del debate.
Como describo detalladamente en
“El gallego sabio”, durante los primeros años del fenómeno OVNI
casi nadie identificaba los primeros Platillos Volantes como naves
extraterrestres. Esa hipótesis va tomando forma en el imaginario
colectivo, a partir de 1950, paralela a la carrera espacial de EEUU y
la URSS. Es lógico. Y en 1952, a la vez que van añadiéndose otros
elementos a la mitología OVNI -que no están presentes en el
fenómeno original-, surge el fenómeno de los contactados.
El primero en obtener
reconocimiento internacional, marcando las directrices de como
evolucionaría el contactismo en el futuro, fue George Adamski.
De origen polaco, pero asentado
en EEUU desde que tenía dos años, en 1940 Adamski, que ya había
fundado una secta esotérica denominada “La real orden del Tibet”,
se mudó con varios de sus alumnos místicos al Monte Palomar
(California), donde construyeron un centro para sus clases y un
restaurante: el Palomar Garden´s Café. En torno a él surgiría el
primer movimiento contactista. Y el 20 de noviembre de 1952, y
aunque afirmaba haber fotografiado Platillos Volantes con
anterioridad, Adamski y varios interesados en los “platillos”
realizan una excursión al desierto centralde Arizona, como muchos
aficionados, buscando ver Platillos Volantes. En un momento
determinado avistan un objeto fusiforme en el cielo, similar a un
cigarro puro y detienen los coches. Adamski tiene la intuición
–dice- de que algo va a ocurrir y le pide a sus acompañantes que
le dejen internarse solo en el desierto. En la distancia, sus
acompañantes –a través de prismáticos- ven que el “profesor”
se encuentra con alguien entre las rocas. Más tarde firmarían
sendas declaraciones ante notario, ratificando que el encuentro y el
avistamiento se produjeron.
Cuando
Adamski regresa al grupo, visiblemente excitado, relata que ha tenido
un primer encuentro con Orthon, un extraterrestre llegado del planeta
Venus. Uno de sus acompañantes saca moldes de escayola de las
huellas dejadas por el supuesto venusiano, en las que se aprecian
unos extraños símbolos supuestamente impresos en la suela de sus
botas…
Adamski
publicó tres libros que describen sus encuentros con alienígenas de
aspecto nórdico y sus viajes con ellos a bordo de sus naves
espaciales: “Flying Saucers Have Landed” (coescrito con
Desmond Leslie) en 1953, “Inside the Space Ships” en
1955, y “Flying Saucers Farewell” en 1961. Los dos
primeros libros fueron best
seller y en 1960 ya
había vendido más de 200.000 ejemplares. Lo que generó infinidad
de imitadores en todo el mundo, que también afirmaban mantener
contacto con los tripulantes de los Platillos Volantes.
Las
espectaculares fotografías que Adamski presentaba como aval de sus
contactos con Orthon dieron la vuelta al mundo, convirtiéndose en la
imagen arquetípica de los Platillos Volantes “auténticos”.
En
Europa, unos meses antes, concretamente a las 6:00 AM del 25 de marzo
de ese mismo año 1952, el funcionario de la Hacienda italiana
Eugenio Siragusa asegura haber protagonizado su primer encuentro
cercano con un Platillo Volante el día que cumplía 33 años. O eso
relataría más tarde. Siragusa
fundaría el Centro de Estudios para la Fraternidad Cósmica,
afirmando estar en contacto con extraterrestres de diferentes
planetas y vinculando la figura de Jesús y la Virgen María con la
supuesta presencia alienígena en la Tierra. Entre 1952 y 1962
“recibió” (o redactó) cientos de supuestos mensajes de los
guías extraterrestres sobre diferentes materias: reencarnación,
religión, ecología, etc. Y comenzó a enviar cartas con sus
“revelaciones” a todos los Jefes de Estado del mundo, la ONU, el
Vaticano, etc. Aunque solo el jefe de gabinete del General Charles de
Gaulle y el Santo Padre, Pablo VI, respondieron a sus cartas. Pero en
poco tiempo Siragusa se convirtió en una celebridad internacional
que visitaba los platós de las principales televisiones europeas y
americanas, era portada de diarios y revistas e influyó notablemente
en los cultos OVNI que llegaron después.
En
España, casi al mismo tiempo, Fernando Sesma comenzaba sus primeras
experiencias de supuesto contacto con extraterrestres. En 1954 funda
la Asociación de Amigos de los Visitantes del Espacio BURU, a la que
ya me he referido extensamente en “El Gallego Sabio”. La
gran mayoría de los contactados afirma que sus contactantes son
civilizaciones extraterrestres que visitan nuestro planeta a bordo de
naves espaciales. Aunque también existen cultos OVNI que señalan
otros orígenes: el mundo subterráneo, dimensiones paralelas, etc.
Aunque
con excepciones muy contadas, el fenómeno contacto se circunscribe
casi exclusivamente al contexto judeocristinano. Por supuesto existe
abundante casuística OVNI en otras culturas, pero que no ha generado
cultos religiosos como ocurre en Occidente.
Los
llamados cultos ovni, sectas platillistas, etc., han sido objeto de
numerosos estudios académicos por parte de antropólogos, sociólogos
y psicólogos, que sugieren un origen puramente psicosocial a este
fenómeno.
Para
la mayoría: en la segunda mitad del siglo XX se produjo un
desarrollo tecnológico que, unido al inicio de la exploración
espacial y al naciente fenómeno de los Platillos Volantes, comenzó
a sustituir las religiones tradicionales -esencialmente el
cristianismo- por una nueva espiritualidad más tecnocrática. En la
que las figuras religiosas tradicionales: ángeles, demonios,
Jesucristo, la Virgen María, etc., fueron reinterpretados como seres
extraterrestres.
De
esta forma, los antiguos milagros, fenómenos místicos y prodigios
sobrenaturales, descritos en los textos sagrados, fueron objeto de un
revisionismo en clave alienígena, más comprensible por el público
occidental del siglo XX.
Como
ya he dicho, el movimiento contactista, que surge en 1952 en EEUU en
plena Guerra Fría y con un evidente temor a la energía atómica
tras las explosiones de Hiroshima y Nagasaki, se expande rápidamente
por todo el mundo. Y tras Adamsky, Daniel Fry, George van Tassel,
Truman Bethurum o Howard Menger, se fundan cultos a los
extraterrestres en todo el mundo.
David
Stupple y William McNeece señalan la existencia de cuatro elementos
necesarios en los cultos ovni:
a) un
líder mistagogo, según el término de Weber, es decir, que
tiene un poder mágico o taumatúrgico.
b) que
tenga comunicación con los extraterrestres.
c) una
comunidad epistémica, es decir, una organización de gente
que utiliza procedimientos comunes para crear sistemas de realidad.
d) una
subcultura base, que es un sistema de creencias oficial del
culto ovni.
Se han
propuesto varias tipologías para clasificar el contactismo
extraterrestre desde distintos criterios, sin que ninguna de ellas
llegue a compendiar y estructurar de una forma coherente toda la
variedad de estas prácticas a nivel internacional. Así, por
ejemplo, Stupple distinguió
entre contacto psíquico, grupos neoteosóficos, grupos
religiosos y otros, sin cubrir de una manera integral y
distintiva toda la variedad de comportamientos contactistas.
John
Saliba, por su parte, divide los grupos y movimientos de culto ovni
en tres clases:
a) los
que siguen la tradición teosófica (que se comunican mediante
mediums con los hermanos del espacio, a los que se equipara
con los maestros de la Sociedad Teosófica);
b) los
grupos de tradición espiritista (en los que se da poca importancia a
las naves de otros planetas, pues los guías se encuentran en otro
plano de existencia, que es el reino etéreo;
c) los
movimientos cristianos (que se preparan para alcanzar un próximo
nivel del ser que llegará escapando de la destrucción de este
planeta a bordo de un platillo volante).
Comprendo
que esa etiquetas y clasificaciones son necesarias en el ámbito
académico, pero pienso que no trasmiten de forma veraz la
complejidad del fenómeno contacto.
Yo no
me basaré en la bibliografía, ni en los papers académicos. No
utilizaré fuentes abiertas, hemeroteca ni archivos ajenos, sino mi
propia experiencia personal con docenas, quizás cientos, de
contactados OVNI. Porque para contarlo antes hay que vivirlo… Y yo
lo viví.
Entre
la inmensa cantidad de colectivos existentes, he escogido un puñado
de casos que, desde perfiles muy diferentes, ilustran la complejidad
de este fenómeno.
Y que
se parecen mucho a un viaje por el antiguo oeste. Un territorio sin
ley. Nuevo. Inexplorado. En el que te vas topando con forajidos,
colonos, indios y vaqueros, exploradores, cazafortunas, misioneros,
prostitutas, y el Séptimo de Caballería…
En 2011 el director Jon Favreau estrenó “Cawboys &
Aliens”. Una superproducción de Hollywood protagonizada por
Indiana Jones (Harrison Ford), James Bond (Daniel Craig) y la
Gozeriana de Los Cazafantasmas (Olivia Wilde). Una mezcla alquímica
inspirada en la abundante bibliografía ufológica sobre los
avistamientos OVNI en el Far West norteamericano. Pro-verbial guía
para esta exploración de uno de los suburbios peor conocidos del
poliédrico fenómeno OVNI.
Bienvenido
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