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por El Ojo crítico llega hasta nosotros una colección imprescindible.
Uno de los elementos más útiles y
desconocidos por el público, de aquel que quiere conocer los fenómenos anómalos
son los cuadernos, que todos llevábamos al acercarnos a estudiar un caso, fuera
el que fuera. Era un elemento imprescindible que tenía una doble misión: anotar
todo aquello que habías recogido y sobretodo servía de liberación personal,
pues te permitía tener la seguridad de que la memoria no te la jugaría con el
tiempo y olvidarías algunos puntos del caso o los modificarías sin querer ante
nuevos datos que obtenías del mismo.
El acercar estos cuadernos personales al
público, por parte de Manuel Carballal, permite el acercar años y años de
estudio que después habrán dado lugar a diferentes publicaciones pero que no
permitían entender, al lector, como y cuando habían surgido esos datos que
exponías.
Los años 1980 y 1990 fueron muy ricos en
una fenomenología anómala en nuestro país. La presencia de Fernando Jiménez del
Oso que nos descubriría un mundo que estando en el nuestro no conocíamos, daría
lugar a múltiples programas, creados a partir de su éxito, al igual que la
aparición de múltiples programas de radio, de los cuales algunos hoy todavía
existen, y sobre todo una proliferación de revistas, unas con más existo que
otras, que crearon la idea de que estábamos rodeados de espíritus y de que los
marcianos aparcaban en España sus platillos volantes todos los fines de semana
como si esto fuera el Benidorm del espacio.
Algunos hicimos muchos kilómetros queriendo
entender que pasaba y aquellas notas en nuestros cuadernos era el recuerdo de
todo lo que habíamos vivido.
Estos cuadernos de campo de Manuel
Carballal nos trae aquellos años y nos permite acercarnos a lo que fueron.
OVNI: alta extrañeza. El primero de ellos,
nos acerca, en primera mano, a aquellos casos que hoy constituyen el bagaje
clásico de la ufología españpla. Aquellos casos que saltarían a la prensa, a la
radio y a la televisión y que hoy se han convertido en mitos se pueden ver
desde su origen lo que fueron.
Lo admito me ha resultado interesante por
recordar algunos casos que ví en su fecha, acompañado siempre de mi inolvidable
Scally: Isabel Blázquez. Pero tampoco entro más en ello, admito que en esa
época perdí el interés por la ufología porque no había manera de adelantar
nada. Los testigos siempre te contaban lo mismo y muchas veces se veía una
clara evolución del recuerdo para ser más aceptado a nivel de los deseos del
público receptor.
Un pequeño libro básico `porque permite ver
los inicios de casos que hoy el mito ha transformado totalmente,
El segundo número: Cultos Satánicos me ha
parecido francamente importante y os cuento porqué: en estos años España se
llenó de grupos y personas satanístas.Te los encontrabas como setas que salían
en cualquier región y lugar y muchas veces se mezclaba el morbo barato de los
medios de comunicación con la misma ignorancia de aquellos que se
autodenominaban satanístas.
Aspirantes a echadoras de cartas, grupos de
formación neonazi o directamente caraduras que lo que buscaban era formar su
grupito de seguidoras, es decir carne fresca con la que poder liberar sus
necesidades sexuales. Vamos todo un universo que se movía entre lo estrambótico
y lo ridículo.
El problema es que todos estos personajes
terminaron en los medios y la mayoría de ellos crearían una alerta social
infundamentada y un efecto de contagio muy importante. Desde grupos de
cenutrios que se dedicaban a profanar tumbas, dar la vuelta a las cruces en los
cementerios y cosas por el estilo, que cuando te acercabas veías claramente que
eran cretinos que en un estado de borrachera o hasta el culo de marihuana o
heroína (en aquella época estas drogas corrían como el agua) se habían dedicado
a realizar todo tipo de actos vandálicos (aún recuerdo un grupito de imbéciles
que conocí en Madrid que iban de satanístas porque estaban todo el día de
heroína hasta las orejas, borrachos continuamente, escuchaban música Heavy -
esto era trascendental - y llenaban las paredes de Madrid de pintadas
satánicas- cruces invertidas y pentagramas como habían visto que se decía en
las revistas del tema-. Ante la pregunta de porque lo hacían la respuesta fue
clara: “es que mola”. Vamos su revolución cultural y religiosa se basaba en el
concepto de que molaba - sin palabras -).
Es interesante ver como aquellos grupos y
personas que nos presenta Manuel Carballal se convertirían en el satanismo
mediático de la época, vamos que el eterno corta y pega que existe en el mundo
del misterio hizo que estos personajes, gracias a nuevos autores, adquirieran
una importancia que nunca debieron de tener y que no habrían pasado a la
historia si no hubiera sido por el trabajo de Manuel Carballal. La historia
llegó al extremo de que Pilar Salarrullana, miembro del Partido Popular,
escribiera uno de los bodrios más increíbles que se ha escrito sobre este tema,
donde descargo su ignorancia, su robo de trabajos de otras personas (a Manuel
Carballal le copió hasta las comas) y sobretodo su integrismo católico (todo lo
que no fuera Iglesia era satanista).
Es muy bueno tener estos datos a mano ya que
nos permite conocer a los grupos iniciales y como actuaban y poder ser crítico
en la evolución de los mismos, que curiosamente hoy han desaparecido todos. La
moda pasó.
Y el tercer número que ha salido: Causa de
denuncias, Poltergeist. Cuantos recuerdos me trae este libro.
Igual que en el caso anterior España se llenó
de fantasmas. Había poltergeis en casas, centros oficiales y en cualquier sitio
que te pensaras. Al igual que estábamos invadidos de marcianos los fantasmas
hacían todo tipo de tropelías.
Vamos aquí no descansaba ningún muerto, ni
antiguo ni moderno y el abuelo se empeñaba en venir del mas allá para colocarle
la vajilla a sus familiares, rompiendo alguna taza de paso.
En su momento, con unos y otros, llegue a
ver unos casi 200 casos de poltergeist por toda la península, acompañado
principalmente de mi eterna compañera de fatigas, ¡cuantas horas de autobús y
de tren realizadas!. Aparte de conocer media España poco en claro saque de
todos ellos. Ninguno era capaz de superar un mínimo de estudio crítico y al
final ejercíamos más de psiquiatra, de asesor familiar o de paño de lágrimas,
de algún miembro de la familia, que de cazadores de fantasmas.
El libro de Manuel Carballal nos trae los
casos emblemáticos de aquella época. No están todos, todos no caben, se centra
en los que tuvieron una mayor trascendencia y sobretodo porque se vieron
implicadas las fuerzas de seguridad del estado. Todos conocemos el caso de
Vallécas que produciría una llamada a la policía municipal y a la nacional,
pero al igual que éste caso existen muchos otros, algunos no tan mediáticos, en
los que se viera implicada la policía.
Cuando algunos de ellos vuelven a la
palestra (es lo bueno que tiene el misterio que por mucho que demuestres que ha
sido un fraude vuelve a resurgir pasado unos años, alguien siempre tendrá por
delante la necesidad de contar historias que el saber la realidad del mismo.
Vamos que así nunca se acaba el tema) podemos ver en el libro de Carballal su
origen y como se presentó.
Sin duda estas guías se convertirán en
imprescindibles para aquellos que quieren conocer que pasó en los casos
clásicos de nuestro país, ya que tendrán la versión de alguien que los vivió en
primera persona.
A amenazado con seguir publicando más,
esperemos que sea verdad ya que trabajos de este tipo son necesarios en una
época en la que la leyenda a cubierto la realidad de muchos fenómenos que hoy,
por la respuesta mediática que tuvieron, se han convertido en la historia de
los fenómenos anómalos.
Esperemos que Manuel Carballal siga publicando
sus cuadernos de campo durante mucho tiempo, pues hay mucho que contar de
aquellos años gloriosos de los fenómenos anómalos en nuestro país.
Manuel Berrocal
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